1. Elige los productos adecuados para tu tipo de cabello

El primer paso es elegir un shampoo y acondicionador que se adapten a tus necesidades. Ya sea que tengas el cabello graso, seco, normal, teñido o dañado, es crucial identificar los productos que aporten lo que tu cabello realmente necesita. Existe una amplia gama de opciones, y lo más importante es encontrar lo que funciona para ti.

2. Comienza con agua tibia o fría

Es recomendable humedecer tu cabello con agua tibia o fría, ya que el agua demasiado caliente, al igual que el calor de secadores y alisadores, puede dañar la fibra capilar. Si tu cabello tiene productos de fijación como gel o mousse, lo ideal es peinarlo en seco antes de mojarlo para facilitar el lavado.

3. Aplica shampoo de manera eficiente

La cantidad de shampoo que debes aplicar depende del largo y grosor de tu cabello, pero una buena regla es usar una cantidad equivalente al tamaño de una moneda o una cucharadita de té. Aplícalo en la palma de tu mano y distribúyelo sobre el cuero cabelludo, ya que este es el área que necesita limpieza profunda. Masajea suavemente para remover la suciedad y, a medida que enjuagas, la espuma limpiará el resto del cabello.

En algunos casos, un segundo lavado puede ser útil para garantizar una limpieza más profunda y permitir que los activos del shampoo penetren mejor en la fibra capilar.

4. El acondicionador, de medios a puntas

Después del enjuague, es momento de aplicar acondicionador o máscara capilar si es necesario. Siempre aplícalo sobre el cabello húmedo, pero no empapado en agua. Para hacerlo, presiona suavemente el cabello desde la nuca hacia las puntas para eliminar el exceso de agua. Aplícalo de medios a puntas, evitando el cuero cabelludo, para que el cabello no se sobrecargue de producto. Luego, enjuaga con agua tibia o fría.

5. Secado sin frotar

Una vez que hayas terminado de enjuagar, no frotes el cabello con la toalla, ya que el cabello mojado es mucho más vulnerable y puede dañarse fácilmente. En lugar de eso, presiona suavemente con una toalla, de nuevo desde la nuca hacia las puntas, para retirar el exceso de agua. Luego, utiliza un cepillo de dientes anchos para desenredar el cabello de manera suave y evitar roturas.

6. No laves tu cabello a diario

Es importante no lavar el cabello todos los días. Lavarlo en exceso puede resecar el cuero cabelludo y restarle vitalidad al cabello. Lo ideal es encontrar el intervalo adecuado entre lavados según las necesidades de tu cabello, generalmente entre 2 a 3 veces por semana. Además, es recomendable alternar productos para evitar que tu cabello se acostumbre siempre a lo mismo.

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